Habiéndome leído el libro de Patria justo el año que se publicó y pareciéndome una novela desgarradora, a la par que necesaria, me enfrentaba a su adaptación expectante e interesado. Puedo hacer un balance positivo de su conjunto tras su cierre, aunque tal vez, la serie no sea todo lo redonda que me hubiera esperado. Te detallo los porqués tras el salto.

El fondo del mar dejó de verse cristalino con la galerna. El sedimento reposado se agitó con la tempestad y el agua cristalina se tornó turbia y oscura. El mar apacible de la vida exhaló con fuerza, queriendo expulsar de su agua los obstáculos que no le dejaban respirar tranquilo. Los problemas que se dejan dormir sin ser arreglados del todo, siempre aparecen cada vez que sopla el viento, sin importar su dirección. El dolor se posa en el fondo del alma y palpita sin quererlo con cada batida del corazón.

La literatura puede rasgar con dulzura las injusticias calladas durante años. Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) escribió Patria y reflejó en sus líneas el sufrimiento de familias vecinas, que tenían que convivir enfrentadas por la ideología. Un conflicto que dividió al País Vasco y que sembró el terror en toda la geografía española. El libro se editó en el año 2016, cinco años más tarde del cese definitivo de la violencia por parte de la banda terrorista ETA. La controversia que genera un tema tan escabroso, como hablar de las dos caras de la sociedad vasca, sigue provocando dolor en sus víctimas y dota de una complejidad mayor su realización.

Aramburu arriesgó y acertó. La novela supuso un éxito incontestable a nivel de público traducido a más de 30 idiomas y a nivel de reconocimientos, Premio Nacional de Narrativa, entre otros. Esto sirvió para que HBO comprara sus derechos y se pusieran a trabajar en su adaptación en el año 2017.

Aitor Gabilondo (1972, San Sebastián) tenía la responsabilidad de redimensionar esta historia. El creador donostiarra, como Aramburu, ya se había consolidado en el mundo audiovisual con creaciones como El síndrome de Ulises, El príncipe, Allí abajo o Vivir sin permiso. Gabilondo tenía en sus manos la primera creación en español de HBO. Alea Media, empresa audiovisual participada por Mediaset, sería la encargada de llevarla a cabo .

Patria, tras varios retrasos ocasionados por la pandemia, fijó su estreno en el otoño del 2020 y semanas antes comenzó su promoción. El cartel anunciador que dividía la imagen mostrando las dos caras del conflicto con, aparentemente, la misma carga de culpa, suscitó una desaprobación casi generalizada en la población. Provocó, que muchos iniciaran una campaña de boicot contra HBO. Varios días #HBOicot #CancelaHBO fueron Trending Topic. Hasta el propio Aramburu emitió un comunicado en su blog, que desaprobaba la acción, aunque lanzaba un mensaje tranquilizador: «A diferencia de numerosos opinantes precipitados, he visto los ocho capítulos de la serie. Hay en dichos capítulos una o dos secuencias que me chirrían; pero la trama es en líneas generales próxima a lo que yo narré en mi novela». La historia iba a lanzarse simultáneamente en 27 países más allá de España y eso requería de aún más tacto si cabe.

El primer capítulo de Patria también se emitió días después de su estreno en abierto en Telecinco. Tuvo un 10,8% de share y 1.474.000 espectadores, siendo la tercera opción de la noche, por detrás de Masterchef (TVE) y Mujer (A3). El resto de capítulos no los emitió la cadena insignia de Mediaset. No por su escueto recibimiento, sino por un mero movimiento estratégico. Un apoyo más para impulsar a la ficción y hacer que espectadores de su agrado acabaran en la plataforma.

Con el peso de la historia, el dolor y la tragedia se lanza Patria. Un producto valiente que ha cocinado a fuego lento, semana tras semana, cada uno de sus ocho episodios. Confiando en su creación y en que ganarían adeptos con cada uno de los capítulos y acallarían las aguas turbias del comienzo. Qué difícil tarea ésta, la de crear bajo el paraguas de la realidad sentida por todos. Qué ardua singladura ésta, la de poner en movimiento los personajes urdidos en nuestra cabeza, una, como mínimo, por cada ejemplar vendido.

No he querido juzgar la serie por su aproximación a la novela. He querido sentir la fuerza de su historia, dejarme llevar por el sufrimiento y la profundidad de cada uno de sus personajes. Gabilondo se permite la licencia de «inventar» algunas escenas que potencian y desgarran. Da igual si la novela empieza con Nerea y su pareja siendo alcahueteados por Bittori, años después del asesinato del Txato. Da igual si la serie empieza con Bittori hablándole al Txato a los pies de su tumba.

La historia cabalga entre el pasado y el presente con agilidad. Su detonante: el asesinato del Txato, se revive desde el prisma de cada uno de sus dolientes, sus reacciones y consecuencias. En este apartado reside para mí uno de sus puntos débiles, tal vez los 3 primeros episodios sean excesivamente lentos e iterativos. La atmósfera se genera con menos estímulos iguales.

Aitor Gabilondo ejerce de showrunner en toda regla, secundado por dos directores Óscar Pedraza y Félix Viscarret que se han repartido al alimón los 8 episodios, con una realización sobria y sin marcas de enunciación protagonistas.

El elenco actoral está sobresaliente. Me gustaría destacar el espectacular trabajo de Loreto Mauleón actriz que da vida a Arantxa y también del de las dos protagonistas Elena Irureta como Bittori y Ane Gabarain como Miren. Joxe Mari interpretado por Jon Olivares ha sido todo un descubrimiento.

La ambientación está a la altura de las circunstancias al igual que la caracterización por las diferentes épocas. Fernando González compositor musical de todas las obras de Juan Antonio Bayona, intensifica, tal vez en exceso, los momentos álgidos.

Este año convergen en diferentes plataformas historias que tienen su origen en ETA. Movistar con La línea invisible; Prime video con El desafío: ETA; o ésta de HBO. Este hecho, arroja luz sobre la tragedia, ancla lo sucedido a un momento concreto y nos permite, sin olvidar el terror, mirar hacia delante.

Qué pasada consumir ficción hecha en nuestra tierra con una calidad desorbitante. Qué ejemplo tan motivador poder sentir que creamos sin complejos historias, que cautivaran a millones de personas sin importar su procedencia y sus prejuicios. Qué gran momento para seguir pensando que se puede.

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